Para entender las bases actuales de la terapia sexológica de la eyaculación precoz, digamos que este problema en general ha estado presente a lo largo de la vida del sujeto desde sus primeras experiencias sexuales y con todas sus parejas a lo largo de extensos períodos. Lo cual ha limitado significativamente su capacidad de dar y percibir placer sexual.
También existe una minoría de pacientes que han desarrollado el síntoma abruptamente en un momento de su vida, aunque anteriormente no tenían dificultades en su control.
La diferencia entre ambos es que en el segundo grupo se puede pesquisar rápidamente la presencia de un contexto desfavorable, como problemas graves en el ámbito laboral o familiar o como resulta más frecuente, la presencia de conflictos en el ámbito de la pareja.
Existen factores convergentes que es necesario tener en cuenta:
- Sensibilidad genital acrecentada.
- Intolerancia a estímulos eróticos prolongados.
- Aprendizaje deficiente.
- Crisis de desempeño.
Cada uno de estos factores se combina con los otros de modo que se culmina en el tan temido descontrol.
¿Por qué es importante el autocontrol?
En los años que llevo como terapeuta sin duda que la consulta individual masculina más frecuente que he recibido es la de eyaculación precoz. Tal vez han pasado por mi consulta más de 500 pacientes, y en casi todos se hace evidente el grado de malestar que produce en sí mismos y en su pareja el descontrol.
En un artículo anterior hice referencia a lo que llamo maniobras compensatorias, típicamente son las prácticas de estimulación manual del varón sobre la región del clítoris femenino, hasta llevarla a un punto de excitación preorgásmico, en ese momento se produce la penetración y orgasmo.
Esta práctica no tiene nada de mala en sí misma, pero cuando se repite hasta el cansancio termina aburriendo, y agota la paciencia, de algún modo sería similar a que el varón fuese estimulado manual u oralmente hasta casi el límite de su tolerancia y luego la mujer facilitase la penetración y en un breve lapso lo llevase a la eyaculación. Suena divertido como variación, pero insípido como plato principal.
El problema central reside en que la ausencia de autocontrol limita el placer de ambos, para ella es una rutina que la mayor parte de las veces culmina en una vivencia frustrante, para él es una descarga. Cuando ellos afirman que desean cambiar esta pauta por ellas, no por sí mismos, porque en definitiva no lo pasan nada de mal, es porque carecen de la experiencia del verdadero placer que conlleva la prolongación de la relación sexual.
¿Qué hacer entonces?
Las soluciones son relativamente simples en términos generales, siempre y cuando se tenga en cuenta que una relación sexual es mucho más que penetración y orgasmo. Ningún paciente es idéntico al otro, ni en sus experiencias amorosas, ni en su relación de pareja actual. Si se subestima el estado del vínculo de la pareja, o si se ignoran las expectativas de ambos lo más probable es que la terapia culmine en un fracaso, por eso es que casi siempre trabajo con los dos miembros de la pareja.
Divido al programa terapéutico en fases:
- La primera es de entrenamiento en habilidades específicas por todos conocidas como es el fortalecimiento de los músculos del piso pelviano.
El objetivo es el de capacitar al paciente para inhibir el reflejo eyaculatorio a través de grupos musculares específicos.
- La segunda apunta a uno de los ejes más relevantes del problema como lo es el control de la ansiedad que se ha instalado crónicamente en el sujeto, y que denominamos ansiedad anticipatoria, de clara influencia negativa porque impide tanto La de percibir las sensaciones anticipatorias del orgasmo, como la de permanecer en una situación de gran excitación sexual por un tiempo prolongado.
Aquí el objetivo es suministrar al paciente técnicas efectivas de control de su ansiedad.
- La tercera se dirige a capacitar al paciente en la compleja detección de las fases de su orgasmo.
El objetivo reside en que el sujeto sea capaz de interrumpir el cortocircuito de respuesta automática.
- La cuarta instala el trabajo específico con la pareja.
El objetivo es amplio, porque primero debe lograrse el compromiso de ambos con la solución del problema. Teniendo en cuenta que el resultado no se vincula a la obtención de una mayor duración como criterio único, sino a la capacidad de obtener una experiencia erótica de mejor calidad. El control no deberá ser mecánico, sino que dependerá de un registro consciente de los cambios corporales propios y de la pareja.
El éxito o fracaso de esta terapia depende del grado de seguridad que adquiere el paciente en el uso de los recursos aprendidos. Pero básicamente consiste en mirarse a sí mismo como amante, lo cual conlleva a romper con una historia de rutinas para reemplazarla por otra de creatividad y placer, porque en definitiva es de ello que estamos hablando, de la capacidad para dar y recibir placer.