Conozco una persona que apenas ve televisión y no disfruta demasiado yendo al cine. Le atrae la música, eso sí, y los bailes. Reconoce cuando un actor sabe hacer su trabajo. Un día, va al cine y ve un film clásico; Cantando Bajo la Lluvia. Se fascina. No puede creer lo que está viendo. Una película fantástica, un gran actor, bella música, coreografías perfectas, gracia, encanto y alegría.

Sale feliz del cine y guarda esas imágenes en su mente durante años.

Es que no tienen idea cómo disfrutó esa película.

 

Por eso cuando años más tarde vio que la vendían en video, no dudó en comprarla. Y se emocionó como la primera vez cuando vio aparecer a Gene Kelly. Gozó viéndolo bailar, moverse, cantar. La vió muchas veces, siempre en el mismo living, siempre sentado en el mismo sillón, tomando Coca Cola con hielo. Le encantaba repetir el rito: película, sillón, Coca Cola con hielo.

 

Hasta que un día, dejó de disfrutar las canciones, los bailes y empezó a verla como una película tonta, una comedia inútil, simple, ingenua y hasta mal hecha. Empezó a creer que había muy poco de espontaneidad en el trabajo del actor y notó que había ensayado sus pasos mil veces, hasta saber exactamente en qué punto iba a poner el pie y cuánta agua iba a saltar con su gesto. Cómo iba a mover el paraguas y qué tenía que hacer para que en ese instante el actor que hacía de polícía supiera que debía entrar en escena y mirarlo feo por estar saltando de posa en posa. Ya no creyó nunca más que Gene Kelly estaba contento y enamorado. Lo había visto tantas veces repetir lo mismo, que nada le parecía natural. Era todo una gran opereta.  Le desilusionó el set de cartón piedra, el agua que caía exageradamente sobre los adoquines y el actor que nunca, nunca olvidó su canción ni tropezó. Lo aburrió su rutina perfecta.

 

He visto lo mismo en decenas de parejas. Empiezan felices y fascinados uno con el otro, incluso emocionados. Pero luego de años de convivencia recuerdan los primeros tiempos como un sueño que se desvaneció. Lo que les pasó es que con el tiempo evolucionaron, cambiaron y en algún momento miraron al otro y en vez de ver a esa persona que los hacía vibrar y saltar de contentos, encontraron a un extraño.

 

Ellos ven el cambio propio y el del otro como un problema. No se dan cuenta de que la capacidad de cambio y adaptación es lo que le permite al ser humano sobrevivir. Que estuvo muy bien y fue muy sano evolucionar, que no es ése el problema, sino que mientras lo hacían, no le prestaron atención al otro.

 

“Pero ella cambió, antes no era así”. ¿Y qué querían? Poder seguir para siempre inmutables, estáticos, previsibles. Ese y no el cambio era el camino al aburrimiento.

 

En la historia que conté, la película fue siempre la misma, jamás cambió, no estaba dentro de sus posibilidades hacerlo. El que cambió fue el espectador.

 

Existen parejas que se inventan verdaderos guiones de convivencia para evitar los roces y conflictos. Son como archivos donde se reiteran secuencias conocidas frente a la mayor parte de las situaciones donde la pareja debe interactuar. Quedan así por años y se repiten cada vez que surge un tema determinado.

 

Aparecen las palabras y los gestos necesarios, ni uno más ni uno menos, como si ambos siguieran un libreto.

Una vida aburrida, plana. Una auténtica lata. Y «lata» es el principio del final, pero no el necesario final si se logran reconocer los signos que anticipan su llegada y los factores que la han producido.

 

Seguramente usted se reconocerá en alguna de estas frases:

 

  • Al principio hacíamos el amor en cualquier parte, pero ahora es siempre en la cama.
  • Cuando ella empieza con los cariñitos ya sé lo que quiere, así es que le digo que se salte el aperitivo y vayamos al grano. Total, ya sé cómo empieza y cómo termina.
  • Antes, le encantaba que yo le cantara canciones en portugués, ahora me hace callar para ver la tele.
  • Si me pongo ropa interior sexy, me dice que ya no estoy para esas cosas.
  • Tenemos algunas reglas: no hacemos el amor después de comer, ni antes de bañarnos.
  • ¿Enamorarse después de los 40? Nooo, para qué si ya sé lo que es.
  • Me encantaba cuando le quedaban miguitas de pan en los labios, ahora es algo que me irrita.
  • Cuando le digo que no tengo ganas, cree que me estoy haciendo la difícil. Alguna vez lo hice, pero creo que tenía 22 años.
  • Desde que nació nuestro primer hijo el sexo tiene días y horas.

 

Podríamos seguir y completar cien, doscientas frases del mismo estilo. En todas vamos a encontrar los mismos factores: un pasado excitante y un presente nada satisfactorio. ¿Qué pasó en el medio? Ya lo dijimos, los actores encontraron un guión que les acomodó y lo repitieron hasta hastiarse de él. Está claro:

 

Para evitar el aburrimiento, deje de lado los guiones.

 

El problema, es que los guiones son comodísimos. Son como ese par de jeans viejos que, no se verán muy bien, pero no aprietan, son de un color indefinido así es que  combinan con cualquier prenda y cabe de todo en los bolsillos. ¿Para qué comprar unos nuevos? Usted sabe que aparecieron unos modelos que hacer ver un trasero increíble y como van a la cadera, dejan a la vista el ombligo. Pero, aun así prefiere los viejos que están muy lejos de verse sexys, pero no le exigen nada. ¿Y qué va a hacer cuando se les hagan un par de hoyos en las rodillas? ¿Convertirlos en hotpants? Puede ser, pero ya no los usará todos los fines de semana, no le van a parecer iguales, porque ya no serán los mismos.

 

Cuando su relación de pareja se desgaste, va a sentir ganas de salir arrancando a buscar nuevas emociones, a conseguir una pareja que le haga sentir las mismas sensaciones que la que tiene ahora cuando estaba nueva. Y repetirá la historia.

 

Antes de caer en la tentación de actuar según lo que indica el piloto automático, recuerde que ese fácil camino es la manera más rápida de dar muerte a su relación de pareja.

 

Puede que usted conozca a su pareja mejor que nadie y viceversa, pero eso no quiere decir que estén imposibilitados de agregar nuevos ingredientes a la relación, sobretodo en los que a sexo se refiere. Y es que al comienzo de una relación de pareja todos sabemos cómo producir acercamientos amorosos. Con el correr del tiempo, algunos se convierten en expertos, y sabiamente desarrollan actitudes y técnicas que permiten conservar y e incluso aumentar la pasión y el amor.

 

Aquí vamos a recomendar algunas actividades que, a lo largo del tiempo, hemos recopilado de la experiencia propia, la de pacientes y amigos. No son recetas, sino prácticas divertidas y reales que han servido para sacudir la idea de que el sexo debe regirse por ciertas normas y han ayudado a quienes las practican a vivir mejor. Tampoco son las únicas. Usted puede hacer variaciones sobre el mismo tema o inventar sus propias formas de quebrar la rutina. Lo importante es recordar que, más que extrañas performances y difíciles posturas, los que se necesita es estar atento al otro y a uno mismo y a partir de ese ejercicio, hacer surgir la creatividad.

 

 

 

La lengua en la oreja del compañero está bien, funciona, pero intente pasearla también por el cuello, por el ombligo, incluso por las manos. Lo mismo pasa con los besos, que no son sólo para la boca y las mejillas. Se puede besar cualquier parte del cuerpo, provocando cada vez distintas sensaciones.

 

Recuerdo una escena genial de una película de Woody Allen que no llegó a ser exhibida en Chile, porque aparentemente los encargados del Consejo de Censura Cinematográfica no la encontraron suficientemente decorosa para exhibirla en este país. Se trata de Todo lo que Usted Siempre Quiso Saber Sobre Sexo, Pero Nunca se Atrevió a Preguntar. En uno de los capítulos, un tipo recién casado se preguntaba por qué su mujer no llegaba al orgasmo. Al verlo haciendo el amor, el problema era evidente: el hombre se encaramaba sobre su inexperta mujer y pocos minutos después de penetrarla, eyaculaba. Ella no decía ni hacía nada. Preocupado, el tipo le preguntaba a un amigo a qué se debería esta falta de orgasmo en su mujer, a lo que el amigo contestaba que, para lograr que ella sintiera placer, tenía que acariciarla. Le explicó en detalle que debía tocarle los pechos, las piernas, el cuello, la espalda y que después de eso con seguridad su mujer sentiría mayor entusiasmo. En la siguiente escena se veía a la mujer tendida sobre la cama igual como estaría sobre la camilla de un médico, mientras su dedicado marido ponía sus dedos ordenadamente sobre los pechos, las piernas el cuello, la espalda. Como no conseguía los resultados esperados, volvía al ataque: los pechos, las piernas, el cuello, la espalda. Y nada. El pobre no entendía por qué no lograba excitar a su mujer si él estaba haciendo lo correcto.

Evidentemente, se trataba de una caricatura, pero me atrevo a apostar que la mayoría de los malos amantes comparten su problema: creen que el cuerpo humano funciona como un robot y que presionando ciertos botones, aparecerán por arte de magia suspiros y quejidos.

 

 

SUGERENCIAS PARA MATAPASIONES

 

Me he permitido sintetizar algunas situaciones que, definitivamente, dan muerte a la pasión. Si usted se reconoce en una o más (ojalá sea en pocas), ponga más atención, porque de seguro está consiguiendo el pasaporteo a una pareja infeliz.

 

  1. Descuidó su aspecto personal. Subió de peso, ya no se baña los fines de semana, ni se lava los dientes todas las noches. Elije la ropa más “cómoda” y vieja para estar en casa y le da igual comer con la boca abierta y dar rienda suelta a sus gases frente a su pareja. Además, justifica todo esto diciendo que lo hace porque se siente en confianza. También olvidó todo aspecto romántico a la hora de «ponerse cariñoso(a)».

 

  1. Dice todo lo que usted sabe perfectamente que no le agrada a su pareja. Si es hombre, dice en una reunión social que su mujer ronca fuerte o que en la mañana está tan despeinada que le recuerda al Demonio de Tasmania. Si es mujer, comenta que su marido no tiene el menor sentido de la estética y que si no fuera por usted, todos los días se vestiría de riguroso azul, desde los zapatos hasta la chaqueta.

 

  1. Cultiva el don de la inoportunidad, que equivale a pedir, buscar o insistir en tener una relación sexual en aquellos momentos en que su pareja está ocupada, cansada o irritada.

 

  1. Instaló un gran televisor en su dormitorio, uno con sonido estéreo que no apaga mientras busca un acercamiento corporal.

 

  1. Deja la puerta de su dormitorio abierta, mientras los niños circulan por la casa, absolutamente despiertos y activos.

 

  1. Suele hablarle a su pareja de lo estupenda(o) que está una amiga(o) común, mientras deja deslizar algún comentario sobre el exceso de peso de ella o él.

 

  1. Le cuenta, ojalá en tono nostálgico y soñador, algún recuerdo romántico de una ex pareja.

 

  1. Invita seguido a su mamá a pasar una temporada breve en su casa. De preferencia la ubica en una habitación lo más cercana posible a la que comparte con su pareja.

 

  1. Cuando sale de vacaciones, siempre va con niños, nana, perro y arrienda algo bien pequeño, con paredes delgadas como papel.

 

  1. Si su pareja le pide algún momento especial, como salir a bailar, ir a un motel, se niega enfáticamente, mencionando la falta de dinero. Como alternativa, habla de lo divertido que es salir con amigos, sugiriendo que usted se aburre soberanamente cuando salen solos.

 

  1. El día del cumpleaños, santo o aniversario, usted lo olvida reiteradamente o llega tarde y con cara de cansancio, mientras da vagas explicaciones sobre la falta de tiempo para encontrar un regalo adecuado.

 

  1. Jamás realiza una actividad sin sus niños.

 

  1. Todos los fines de semana, y en forma invariable, va a la casa de su mamá o a la de su suegra.

 

  1. Y por fin, para completar el panorama, en la cama repite siempre los mismos actos, bajo el principio de que si algo resultó bien alguna vez, para qué preocuparse por buscar innovaciones.

 

Agenda tu hora