A los seres humanos, particularmente a los varones les ha inquietado siempre la forma de sus genitales, el tamaño, el rendimiento y, por supuesto toda enfermedad que afecte dicha zona.

En el Kama Sutra, texto erótico de origen hindú, se clasifican los penes en tres tipos; la liebre, a la cual se atribuye un pene de 13 cm en erección. Del toro, con un pene de 22 cm y por fin el del caballo, cuyo atributo alcanza a 25 cm en erección.

En el Ananga Ranga se señala que “ cuando las proporciones de ambos amantes se equiparan, alcanzan la satisfacción con facilidad. La mayor ventaja se da cuando hay correspondencia en las dimensiones, la incomodidad aumenta proporcionalmente a la diferencia.

En Occidente nunca se ha conferido demasiada importancia a la relación funcional entre pene y vagina, como si ambos se adaptaran perfectamente en forma automática y la proporcionalidad no fuese relevante. Las personas que han experimentado diferentes relaciones podrían dar cuenta de la existencia o no de sensaciones diferentes, pero como es un tema que en general se omite no hay información fidedigna al respecto, excepto cuando surgen dificultades en la penetración o se producen alteraciones anatomicas y funcionales en la vagina.

El punto que siempre se ha debatido, para variar, coloca la relevancia en el pene del varón, estableciendo su capacidad de brindar placer o displacer sexual a la compañía sexual de acuerdo al tamaño del pene.

Las recetas y procedimientos, antiguos y contemporáneos, para agrandar el pene reflejan la preocupación masculina sobre el particular.
Comencemos con esta indicación: “Quien quiera aumentar el tamaño de su lingam (pene) deberá frotar con pelos de insectos que viven en los árboles, luego untarlo con aceite diez días seguidos y, cuando se hinche, acostarse boca abajo en una hamaca dejando que el lingam cuelgue a través de un agujero. Así esta hinchazón durará toda la vida”

Si los lectores encuentran esta receta demasiado complicada, podrían recurrir a las actuales ofertas que abundan en la Internet, o demandar de un urólogo la intervención quirúrgica correctiva, aunque su efectividad y resultados son más que dudosos.

La oferta de mercado tiene su apoyo, porque nadie ofrece un producto que las personas no solicitan, así que es evidente que hay un gran grupo de varones preocupados por la insuficiencia de la longitud de su pene.
Los pacientes que he conocido con este problema. Real (penes de menos de 10 o 12 cm, en erección) o imaginario (que es el caso de los pacientes que suponen que su pene es pequeño, cuando sus dimensiones de 14 a 20 cm en erección, son absolutamente normales).
Estos pacientes sufren y se angustian ante lo que sienten como una minusvalía, que los coloca en una situación embarazosa frente a su compañía sexual.

La angustia se sostiene ante el mito compartido, difundido y aceptado, al que he denominado “Síndrome de Godzila”, por el cual se afirma que cuando más grande es el pene, más efectivo es el hombre durante la relación sexual.
Es para ellos poco útil comprender racionalmente que el tamaño en sí mismo no garantiza placer, sino el conjunto de los actos que rodean y dan sentido al encuentro erótico.
Se dice que la vagina, debido a su elasticidad se acomoda al tamaño del objeto, por lo que no debiera ser relevante de modo alguno la dimensión, tanto el largo como el diámetro del pene.

En verdad las únicas que tienen la respuesta son las mujeres, y cuando se las interroga sobre el particular, ellas ofrecen dos tipos de respuesta: las tipo A o políticamente correctas y las tipo B o experienciales. De acuerdo a las primeras ellas afirman que el tamaño no importa, sino la calidad de la relación erótica, esta idea es inobjetable…pero también hay mujeres que entre risas y particularmente cuando están en grupo de pares, reconocen que su placer también se vincula al tamaño, especialmente cuando les ha tocado en suerte un varón con un pene pequeño. Es decir que su experiencia -la única que vale la pena tener en cuenta- dice que el tamaño influye, pero no garantiza.
También ellas cuentan que un pene de dimensiones superiores a las normales no influye en el placer, y que en ocasiones produce molestias y dolor, especialmente en aquellas posiciones en que toca zonas dolorosas.

La sabiduría popular se ha hecho cargo de estos temas, con una acertada mezcla de burla y calculada ingenuidad. Recuerdo a propósito de esto, un grafitti, que descubrí en un baño de un bar en la ciudad de Buenos Aires. Decía poco más o menos así:

“En esta vida donde todo está mal distribuido
se debe conocer el tamaño del producto que ha recibido.
Y si es muy chico o muy grande
a no afligirse por nada.
No es el tamaño lo que vale
Sino la habilidad lograda”

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