Las crisis principales que ambos tienen que estar preparados para afrontar son:

Con “las formas de ser “, con los modos de relacionarse, con la manera de estar juntos (control, posesión, independencia). Estas se producen en los primeros momentos de la unión y en los tiem- pos inmediatamente posteriores, cuando la convivencia va revelando quién es quién en profundidad. Esta develación no siempre es agradable.

–Me pides que sea alguien que no soy.
–me pides todo el tiempo que cambie.
–yo me siento estafada, él no era quien es hoy.


Los defectos de cada uno –antes minimizados– pueden comenzar a ocupar un primer plano. la crítica constante respecto de estos produce la percepción de sentirse evaluado, lo que deriva en una reacción análoga. si soy juzgado juzgo a mi vez.

Las que marcan la relación con la familia de origen, expresada a través de solidaridades, rabias o rencores. se desafía la estructura del cordón umbilical y la disyuntiva de lo que funcio- nará en forma privada o compartida con los otros, por ejemplo, con los amigos o las familias, acerca de los hechos íntimos de la vida de la pareja. Hay personas poco cuidadosas a la hora de relatar a otros ciertos eventos privados. adicionalmente, pueden generarse confrontaciones frente a una actitud de intromisión de los padres en la dinámica de la pareja. Es como si ellos no pudiesen o no quisiesen abandonar el papel de educadores. la excesiva intromisión de los padres se potencia cuando existe una dependencia económica de ellos. la ayuda material aparece como un acto de buena voluntad y colaboración, pero es difícil mantener independencia en otras áreas o creer que los padres ayudadores se limitarán a ello sin opinar sobre otros factores.

Las que devienen de la obligatoriedad de compartir, cuando se ponen en juego los estilos de vida y los modos de organizar la vida cotidiana. Quién hará qué, cuándo y cómo, qué harán juntos. Aparece aquí el problema de las reglas de la convivencia. como no existe ningún manual que ordene lo que es adecuado, normal y correcto, ambos deberán construir opciones válidas que incluyan la satisfacción y el reconocimiento de las necesidades legítimas de cada uno. hay quienes creen que convivir es un trámite. se equivocan, es un estado que desafía la costumbre y los hábitos adquiridos por años. adaptarse o fracasar, ese es el dilema. aquí se ponen en juego las aspiraciones personales y la idea previa de lo que llamamos pareja ideal, que en la base presenta la disyuntiva de cuan independiente o simbiótico quiere ser cada uno.

Las que se producen con relación a las demandas afectivas, de cuidado y protección mutua.

Las derivadas de la provisión y administración del dinero y su uso. Quién gana más o menos, y cuál es el significado otorgado a estas diferencias.vivimos en un contexto cultural donde los des- niveles son aceptados sin conflicto cuando los ingresos mayores corresponden al varón –de acuerdo al modelo aún vigente de la familia tradicional– pero lo contrario puede generar problemas, esto es especialmente cierto cuando el uso de los recursos se transforma en una metáfora del poder de decisión.

Las de confianza y credibilidad, como las marcadas por los celos o por episodios de infidelidad.

Las de crecimiento y desarrollo personal, cuando surgen intereses individuales, no contemplados en el inicio de la pareja, que obligan a reformular las actividades y tiempos personales.

Las sexuales que se producen en relación con los cambios en el deseo sexual y el nivel de satisfacción erótica.

La esperada, pero no suficientemente evaluada, que deviene del nacimiento del hijo, su crianza y educación. luego del nacimiento de un hijo nada será igual por un tiempo prolongado. ni los escenarios, ni los tiempos disponibles. su majestad el bebé redirecciona casi todos los esfuerzos hacia su crianza y demandas, lo cual también abre el debate sobre las mejores estrategias para lograr una buena educación. El pasaje de ser pareja a ser familia modifica la libertad de movimientos inicial hacia una cierta subordinación y coordinación de actividades para que ninguno de los dos se sienta relegado o sobre exigido. la incapacidad de coordinarse y de colaborar ampliamente en la crianza de los hijos puede llevar a un fuerte malestar y a acusaciones de egoísmo o abandono.

Las inesperadas como las que devienen de la pérdida de trabajo y la cesantía prolongada, de un accidente severo, de la pérdida traumática de un familiar.

Las de crecimiento profesional o laboral que se producen cuando uno de los dos define un camino de franco progreso mientras el otro se pospone –generalmente la mujer– cuando debe hacerse cargo simultáneamente del peso del hogar más su propio proyecto profesional.

Aquellas que guardan relación con el estilo de resolver los conflictos. En este caso hay dos posiciones contrastantes entre los que adoptan un estilo evitativo y los que confrontan desde un lugar competitivo y tratan de prevalecer sobre la otra persona.

Cada episodio indica un desafío a la capacidad de estar juntos y hacer perdurable un proyecto de pareja. hay una regla de oro indicadora de que la felicidad no se logra por la ausencia de conflictos, sino por la habilidad para superarlos. ¡cuidado con aquellos que creen que el otro les debe la felicidad como un derecho inalienable!

Por ello no hay que temer una crisis, ni tampoco enmascararla, sino vivirla como la manifestación de una situación que busca un cambio en el que hay que trabajar de común acuerdo.

Muchas veces se supone, incorrectamente, que las parejas felices son las que menos crisis han tenido que sobrellevar. la verdad es exactamente la opuesta, porque este tipo de parejas se carac- teriza por haber sabido enfrentar las crisis en forma conjunta, y a partir de ese proceso sentir su relación mucho más fortalecida, porque han podido contar con el otro en situaciones límites.

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