Andropausia, un fantasma masculino.
Es por todos conocido que en la vida reproductiva de una mujer existe un corte, un antes y un después hormonal, donde el ciclo menstrual y la ovulación se interrumpen, denominado menopausia. La palabra deriva de las palabras griegas men (mes) y pausis (cese), se refiere al último período menstrual e indica el final de la vida reproductiva. También se ha usado en este sentido la palabra climaterio, que significa escalón, y en este sentido es equivalente a una transición. Este cambio genera además, efectos notorios sobre la vida sexual femenina, que de modo alguno operan de forma universal, sino que están marcados por diferencias culturales y, principalmente, por la calidad de la vida erótica que antecedió a este período.
En los últimos tiempos se ha investigado si existe un fenómeno similar en la población masculina, y si es esperable que la edad produzca modificaciones en la sexualidad de los varones, originados en cambios de orden biológico.
De estas investigaciones aparecieron nombres de fantasía, como menopausia masculina, climaterio masculino, viropausia y, la más conocida y utilizada, «andropausia». Aunque se ha propuesto también llamarla «declinación androgénica progresiva en el hombre añoso».
Los hechos que definen esta entidad clínica, y si ella depende principalmente de la disminución de un aporte hormonal, aún está en discusión.
Lo cierto es que la testosterona, hormona masculina por excelencia, de la que depende en gran parte el deseo sexual, disminuye un uno por ciento cada año a partir de los 50 años, aunque la velocidad y la magnitud de esta disminución es muy variable e individual. Simultáneamente disminuye la hormona de crecimiento y los niveles de melatonina.
En este proceso hay algunos indicadores interesantes:
* Su comienzo es insidioso y la progresión es lenta, no sucede de la noche a la mañana y abruptamente, sino todo lo contrario.
* Los varones comienzan a notar una disminución del deseo sexual y de la calidad de sus erecciones, principalmente de las nocturnas. Se agregan a estos signos sexuales, otros como cambios en el humor, disminución de la actividad intelectual y de la capacidad de orientación espacial, fatigabilidad, irritabilidad y tendencia a la depresión.
Es posible globalizar todos estos indicadores en una sola expresión emocional: desvitalización.
La relación entre el envejecimiento en sí, y la disminución de la vitalidad, depende del lugar que la cultura en que nos toca vivir asigna al hombre añoso. Por lo general, es un evento vital mal tolerado, se asocia al deterioro y a un retiro forzoso de las actividades intelectuales y productivas. Pero este no es un hecho que se reproduzca mecánicamente en todos los sujetos por igual, por el contrario, existe una correlación clara entre los estilos de vida y la calidad de vida en el adulto mayor.
Las personas que llevan una vida activa, productiva, y creativa, que son y se sienten sanos, que -sin exageraciones- se cuidan con un adecuado régimen alimenticio y practican algún tipo de actividad física, que mantienen una vida sexual constante y placentera, envejecen mucho más tardíamente, tanto en el plano corporal, como en lo que a los aspectos subjetivos se refiere.
Su deseo sexual es parte de su deseo vital, el placer parte de su existencia.
Estas afirmaciones no pretenden negar la posibilidad de una declinación orgánica, pero cuando esta se produce se minimiza en los sujetos vitales, mientras que se potencian en aquellos otros que permiten que tanto su cuerpo como sus actividades, se apaguen progresivamente.
En el caso de aquellos que han recibido un adecuado diagnóstico médico, y que a través de él se ha comprobado una disminución hormonal significativa, puede efectuarse, como en el caso de las mujeres menopáusicas, una terapia de sustitución hormonal, que parece brindar efectos revitalizadores sobre esta sexualidad alicaída. Aunque difícilmente logrará transformar a un opaco amante en un furioso amador. El deseo y también la erección, son elementos constitutivos de una escena amorosa compleja, no pueden separarse en partes, dependen de toda una vida en la que la vida sexual ocupó un papel relevante o, por el contrario, limitada. En ese contexto la andropausia significa la continuidad de una declinación esperada, o en palabras de García Marques, la crónica de una muerte anunciada.

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